3.11.11

Sobre el azufre y el azúcar

Y paseando por la calle vi a un niño que hablaba con la zeta. Más o menos era algo así:

-¡Hola, señora Z!
-Zaludoz, zeñorito.
-¡Nunca había conocido a una letra!
-Rezulta zorprendente en un grado zero, puez dezprendez azpecto de zenutrio analfabeztio.
-¿Eres la misma Z que la del Zorro?
-A vezez.
-¿Y la misma que la Z de Mazinger Z?
-Zí.
-¿Y la de Dragon Ball Z?
-¡Por zupuezto que zí, zampabolloz zarrapaztrozo! ¡Zoy la Z que ziempre apareze en todaz laz palabraz con Z! ¡No eczizte una zimilar ni parezida! Ez máz, tú me vez azí, maz otroz de tierraz lejanaz obzervan el cuerpo de anguloz zinuozoz que contemplaz como zircular zeparado por lineaz, o con máz trazoz... para otroz ni eczizto. Zoy zólo un zonido que tu zerebro trazlada a lo vizual.
-No entiendo nada de lo que dices.
-Tu inteligenzia ez reduzida.
-No, es que hablas todo el rato como si no supieses pronunciar la S, y no se te entiende nada.
-¡Dizculpaz! Grswrfrg...¡Ya está! Se me había olvidado colocarme la dentadura postiza. Hace muchos años que se me cayeron los dientes por tomar demasiado chocolate. Sé que por tu naturaleza pueril y desprendida tiendes a ignorar los consejos de tus mayores, pero hazme caso: evita comer mucho chocolate.
-¡Pero es tan dulce!
-¡Tentaciones peligrosas! ¡No caigas como un zángano en una telaraña!
-Lo intentaré, señora Z, pero no prometo nada... ¿Cómo fue que comiste tanto chocolate? ¿Las letras coméis?
-Es más complicado que todo eso. Pasé mucho tiempo en la boca de las civilizaciones que por vez primera usaron el chocolate. Poblaciones mesoamericanas que hoy en día denomináis bajo nombres como olmecas, aztecas o mayas.
-¡Qué emocionante! ¡Sí que ha vivido usted cosas, señora Z! ¿Y tenían mucho chocolate esos tíos?
-Toneladas. Lo guardaban, lo apreciaban, lo divinizaban. Era mágico para ellos. Tenía tanto valor que renunciaron a vivir un mes cada año por él.
-¿A vivir un mes? ¿Se morían durante ese mes por el chocolate?
-¡Por supuesto que no, zoquete! Los mayas usaron el chocolate como moneda, durante mucho tiempo...
-¡Qué guay! ¡Debería hacerse ahora! Me gusta mucho más la forma del chocolate, cuadrada, y negra, no como las monedas de ahora. Son redondas y brillan, como un robot. No me gustan los robots. He visto muchas películas en las que los robots son malos. Mis padres me llevaron el pasado finde a ver...
-¡Atiéndeme, zopenco!
-¿Se le ha vuelto a caer la dentadura, señora Z?
-¡No! ¡Sólo reclamaba la atención de tu débil mente de zote!
-Pero, señora Z, quiero saber por qué ya no es el chocolate dinero.
-¡Porque mendrugos como tú se zamparían todas las onzas y no habría más! ¡Sería una catástrofe económica!
-Ah, vale. ¿Pero por qué no me cuentas lo del mes de los mayas?
-¡Tu actitud raya lo inocente con lo exasperante! Proseguiré mi narración si prometes no arremeter contra ella en un zarpazo de ignominia estólida.
-Sí, señora Z, prometido. Sea lo que sea eso.
-Bien. Pues los mayas, a pesar de tener una moneda que podían cultivar, cayeron en bancarrota. Se zambulleron en una profunda crisis, así que tuvieron que pedir ayuda a sus vecinos: los selenitas.
-¿Esos en donde estaban? ¿En Europa?
-No, en la luna. Antaño la luna salpicaba la Tierra con una luz verde, reflejo de la espesa vegetación que la cubría. En esos tiempos, los selenitas visitaban frecuentemente los pueblos de la tierra. Hasta que hicieron negocios con los mayas. Los selenitas tenían muchas riquezas por su paisaje vegetal, y pedían que a cambio de él los mayas le entregasen todo su chocolate. Sin embargo, los mayas no aceptaron. Por nada del mundo iban a renunciar a su dulce moneda y mágico manjar, aunque eso les llevase a la catástrofe. "Cualquier cosa menos eso" dijeron los desesperados mayas. "Está bien", respondieron circunspectos los selenitas, "a cambio de nuestra riqueza, queremos un mes de vuestro tiempo". Y así fue como los mayas, que fueron quienes idearon el primer calendario y dominaban el tiempo a voluntad, entregaron uno de sus meses a los selenitas. Entonces el bosque lunar descendió a Sudamérica, y lo cubrió desde la península de Yucatán hasta la Tierra de Fuego. En cuanto a los selenitas, se guardaron los meses que les dieron los mayas, uno por cada uno de los años registrados en su calendario, y se los administran a voluntad, motivo por el cual los años lunares duran trece años de tanto en tanto. En esos años los disfrutan, habitando ahora la cara oculta de la luna, esa que nunca se os muestra a los terrestres, la cual sigue llena de vegetación y vida.
-¡Entonces esos selenitas nos han robado un mes! ¡Tenemos que recuperarlo!
-No podríais hacerlo aunque quisieseis.Vuestra estulticia manifiesta os degrada a ser mero barro en el zapato de los selenitas. Además, ellos no son los únicos que os han robado tiempo. También Dios os lo ha quitado. Si no me crees, rebusca en los deslucidos pasillos de tu memoria si sabes de alguien que haya nacido el siete de octubre de mil quinientos ochenta y dos.
-Vale. Preguntaré a mis profesores. O a mis abuelos. Ellos son viejitos ya.
-He de reconocer que tu ridícula estulticia, a pesar de ser en muy desesperantes ocasiones oscura como el azufre, también se vuelve dulce como el azúcar.

1 comentario:

  1. Y esto, sin lugar a dudas, era lo que necesitaba leer antes de irme a dormir.
    Buenaz nochez!

    ResponderEliminar

Respeta y serás respetado. No insultes ni pongas spam, y no serás baneado. Seguro que Jesús lo dijo en algún evangelio sinóptico.